martes, 13 de marzo de 2007

Días de invierno

¿Por qué hay historias que nunca terminan?


Ella se levantó ese día como si fuese cualquier otro, no estaba nerviosa aunque sentía en el pecho una opresión inexplicable, algo así como esos dolores de estómago cuando tenés un presentimiento.

Es que ella se levantó esa mañana como cualquier día pero sabía que no era como todos. Iban a hablar, después de tanto tiempo que llevaban sin hacerlo, no porque no quisieran sino porque la vida los había llevado a ese extremo.

Amigos, grandes momentos vividos, caminar juntos hacia sus casas a la salida del colegio, sentimientos escondidos, secretos compartidos, palabras calladas…y atragantadas…
Palabras que alguna vez fueron dichas y rechazadas, pero que después de un tiempo de vivir grandiosos relámpagos fueron repensadas. Palabras ilusionadas por sus actos.

Y después de todas esas palabras… silencios.
Grandes silencios acobardados y temerosos de ser rotos. Enormes vacíos ayudados por la distancia. Miradas calladas desde el extremo de una mesa, miradas que decían mucho más de lo que se podía imaginar. Al menos así lo había sentido ella, pero también había querido imaginar que él de vez en cuando la recordaba.

Pero ella no pensaba siempre en él. Para nada, sólo buscaba inmortalizar ese sentimiento tan puro que había sentido alguna vez.
A veces dudaba acerca de si esos sentimientos habían marchado solos o si realmente debían ausentarse. Pero no se preguntó más, solo hizo caso y siguió adelante.

Sí, ella recordó todo eso esa mañana y era ESA mañana en la que iba a tener su oportunidad de ser escuchada realmente, aunque después de dos años, sin tapujos ni rencores… escuchada de verdad. Mañana en la que él también iba a poder ser escuchado, porque él había propuesto el encuentro, entonces seguramente debía tener cosas que decir.

Dos años…¡¡Como pasa el tiempo!! Dos años en los que cada uno había seguido un camino diferente. Diferentes ciudades, diferentes historias, distintos fracasos y desilusiones. Pero ese día la vida los quiso juntar en la misma ciudad…es que quizás se debían esa charla, quizás sus ojos esta vez debían encontrarse pero no para callar, quizás…tantas cosas…

Suena el timbre, debo irme…es que tengo una charla pendiente.

(Escrito en el invierno de 2006)

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