miércoles, 9 de julio de 2008

Apuesta lúdica

Siempre digo: "Si no se juega, no se gana". El hecho de arriesgar jugando hace que tengamos al final del camino dos opciones, ganar o perder; pero si ni siquiera lo intentamos, perdemos instantaneamente y lo que es peor... siempre nos quedará la duda.
Vos, ¿qué elegís?

Parecía que el tiempo se había detenido. Los dos sabíamos que ya no quedaban palabras por decir y eso, helaba cada fibra de nuestro cuerpo. El silencio se presentaba imponente. Quise decir algo, pero mis labios, cocidos con un insolente hilo transparente, no quisieron hacer el esfuerzo. No podías mirarme, te costaba verme a los ojos y en ese momento, eso se transformaba en una gota de veneno.

Pensé en abrazarte, como un grito desesperado, quise rodear tu figura con mis brazos, pero no me animé; quizás por creer que ya estaba todo perdido… quizás por cobarde.
Esa maldita costumbre de estar midiendo a cada paso quién entrega más de sí. Hacemos tantas cosas innecesarias; y sin embargo cuando debemos hacer algo realmente necesario… nos acobardamos.

Porque en ese momento, pude haber tomado tu mano y no lo hice, no lo hice por miedo a ser rechazada, tuve pánico a que tu mano no quisiera entrelazar mis dedos, a que tus ojos ya no quisieran encontrarme. Y me perdí, me perdí en el tiempo, en el recuerdo de tus besos, en la almohada compartida, en el vino descorchado en madrugada… y tanto me perdí en el tiempo, que el tiempo me perdió a mí y siguió su marcha.

Pude haber tomado tu mano aquel día, pude haberte abrazado, pude haber dicho tantas cosas… y sin embargo… no lo hice, bajé los brazos antes de haberlos levantado.
Pero ayer te vi. Ayer te vi y tuve al fin la certeza de que quizás… tal vez mañana, haga el intento de tomar tu mano.