viernes, 16 de enero de 2009


Nota: el siguiente texto, no me pertenece, es un hermoso regalo, cuyo emisor no me ha permitido revelar su identidad... sólo puedo decirles que pertenece a uno de los Hombres Sensibles de la calle Flores...

Espero que los disfruten tanto como yo...





Aclaración que está de más, pero que es tan válida como el texto que continúa… Las palabras no son todas mías, ni siquiera la inspiración, la cual se la debo a un libro y a un ángel… Pero la impronta sólo habla de mí… Es de lo único que me puedo jactar…

En esa cuadra, en la cual nadie sabe el comienzo ni el final… donde todo pareciera ser sólo un largo camino al principio, surge de entre los pocos creyentes una historia, una historia que jamás pudo ser contada… una historia que trae aparejada una sensación nostálgica tal, que a cada narrador atrevido se le acaba la voz en medio del relato…
Comenzando un relato que dudo poder terminar, pretendo inicialmente describir a los personajes, que en este caso pueden pertenecer o no a la realidad… al menos a la realidad del lector…
Existió no hace mucho tiempo, una par de seres, que más que seres, parecían humanos… Ella, hija del viento y de la lluvia… con una simplicidad cómplice en sus movimientos, capaz de engañar al mas prodigioso catedrático… dueña de una belleza difícil de describir… engañosos silencios la rodeaban constantemente… hay quienes dicen que una simple mirada bastaba para eternizar un momento… pero claro está, que ese alguien no es de confiar, ya que su pensamiento está condicionado por lo antes dicho… sin embargo, hay otros que afirman que sus ojos no tienen final alguno… que se asemejan a los ojos de una niña, pero son indescriptiblemente profundos… y que tan sólo una mirada sanadora podría quitar el pesar de mil soles…
El, hijo del tiempo y la razón… inquebrantable pensar el suyo… un ser capaz de cuantificar hasta el más engorroso sentimiento… alguien que según sus dividendos devenían sus movimientos… aquí, con él, también se generan historias… dicen los mal hablados que maneja el tiempo a su antojo… que es capaz de mantener en suspenso una lágrima… dicen también que por su exacta capacidad de pensar, por el siempre adecuado raciocinio, es incapaz de sentir… jamás lo vieron regalar una gota de sentimentalismo… sin embrago, y de esto no quiero hacer un dilema, yo como narrador debo aclarar, que su poder no está en la capacidad de razonar, ni mucho menos en su dominio del tiempo… yo debo decirles, que su magia yace en la sonrisa… una sonrisa tan increíblemente desperfecta, tan sincera y tan compinche… que hasta la anciana más demente realiza una fiel imitación de la misma… haciendo creer al vidente, que ella misma es la que está feliz… y aquí es donde se preguntarán cómo hace para sonreír sin sentirlo?... hoy, les digo que su sonrisa es mágica… años atrás sólo eran unas comisuras expandiéndose ampliamente con el afán de ser multitud… y es aquí donde esta historia transcurre…………………

Tan solo los separaba una puerta, algo de madera, quizás hierro o algún otro metal no tan noble… no es necesario recordarlo… Dudo mucho que hayan querido conocerse de esa manera, pero al parecer, ninguno era capaz de dominar el espacio… al menos hasta este momento de la historia…
Sólo la magia de la pirotecnia china se asemeja a los chispazos que daban sus ojos… chocando con miradas atípicas, llenas de magia ambas, llenas de vergüenza, como queriendo ver más adentro de sus ropas, más adentro de sus pieles… hasta este momento y por un tiempo indominable por El, jamás sus vestidos del alma se alcanzaron a rozar… sólo un cierto contacto los hizo parecer de este mundo, al saludarse como las costumbres acostumbran…
Quizás era otoño, quizás ya estamos en primavera y jamás lo advertí… Lo que puedo decir es que El se empecinó en conquistar un alma aparentemente desprotegida, y que Ella quiso entender sus pensamientos de maneras no tan clásicas… y es así como lograron un diálogo indescifrable aún hasta para ellos… un diálogo tan abstracto y tan lleno de contenido, en el cual debían esforzarse por comprender cada uno de sus actos, que tan sencillos parecían a simple vista y tanto demostraban en su único idioma…
Habrían pasado no menos de 1000 noches, quizás menos… y aun no llegaba el momento oportuno para desnudar sus sonrisas perplejas, ni para darle chance a la mirada, mucho menos hablar el idioma que habla el mundo y comunicarse mutuamente lo que sus ojos ya decían…
Es por eso que vivieron días eternos, semanas inconclusas y meses sin piedad… hasta que El, hijo del tiempo y la razón, y Ella, hija del viento y la lluvia, decidieron crear un mundo aparte, un mundo del cual soy testigo por simple casualidad, y sólo por eso puedo describirlo…
En este mundo pareciera no haber nadie, aunque suelen frecuentarlo siluetas que escasean ojos, en este mundo de hadas y duendes, ni siquiera estos existen… que por cuestiones líricas y poetas, llueve cuando más se necesita y sale el sol cuando existe la necesidad de ver florecer…
En este extraño y no tan distante mundo, ellos empezaron a despojarse de algunos atributos… Ella dejo que el viento lo acariciara, le contó que la lluvia la hacia feliz y El rápidamente comprendió que debía correr ni bien llovizne… pero no para evitar la humedad misma, sino para que esas gotas vacilantes sean más groseras en sus mejillas… que despojarse de sus vestimentas pesadas de liquido, lo hacia sonreír, lo hacia recordar…
El, dejo la razón de lado, se convirtió en un hombre de una sensibilidad absoluta… aprendió a contar historias, aprendió a caminar y entonar al menos una canción por cuadra… Luego le regaló lo más preciado que tenia, el control del tiempo, y juró usarlo eternamente para su amada… Ella, aceptó, y lo eternizó con una mirada que detuvo el calendario, como si ella también lo supiera hacer…
Y como todo narrador que intentó contar la historia… ya el nudo de la garganta aprieta… una corbata de sensaciones, se inundan mis ojos… he perdido la razón, pero me quedo eternamente…

miércoles, 14 de enero de 2009

Déjalo ser...


Que bueno que el amor no es una elección... sino algo que sucede y nos atraviesa como una bocanada de aire nuevo..

Que bueno que sin proponérmelo... tu luz y tu recuerdo me inunde en cada instante en el que no estás...



Inutilmente intento quebrar la barrera de la hoja en blanco. Una sucesión de imágenes que aún no viví, desfilan frente a mis ojos y se entremezclan con un sin fin de rescuerdos transitados; y aún así, todo ello no logra disparar la ráfaga de palabras adecuadas... o más bien, precisas.


Ya todo se convierte en resultados inquietantes y oraciones incompletas, incapaces de envolver un sentimiento, de explicar una amoción, torpes para cruzar el camino... Y se torna tan constante que toma un sabor adictivamente incómodo (placentera incomodidad), irritantemente dulce o mejor, dulcemente irritante. Surgen dudas e infinitas contradicciones.


La certeza de la incertidumbre permanente, generan en mí una incompetencia a la cual no estaba acostumbrada. Nunca me habían costado las palabras... y sin embargo, hoy pasan a mi lado tan rápidamente que no logro dilucidarlas. Me atropellan, me ablandan, me hacen endeble, y ese atropello me hace sentir, paradójicamente, paz y satisfacción.


Por eso... ME RINDO, ya no busco más, porque encontré algo mucho más valioso que las palabras. ENTENDÍ. Entendí algo tan difícil de entender, siempre creí que los sentimientos podían, debían ponerse en palabras, pero durante mucho tiempo desconocí otra cosa... Estoy sientiendo lo que jamás sentí en mi vida... ¿Cómo explicar acaso lo inexplicable? ¿para entender lo nuevo, lo desconocido?


Creo y pienso majestuosamente que no necesito describir, algo tan único, tan singular... porque algunas cosas no suceden para ser escritas o para decirlas... sino que pasan para ser vividas...


(21-11-2008)